Existen algunos documentales o biopics sobre el tema, pero las películas de ficción populares de las que más me acuerdo cuando me encuentro trotando en medio del monte son estas, sin orden ni concierto:
Forrest Gump (1994)
El gran clásico: ¡Corre Forrest, corre! Y aunque el famoso grito le ayude a marcar ensayos, lo cierto es que la película nos ha dejado otros dos momentos memorables sobre el tema. El primero, cuando el protagonista sale por patas para evitar que le zurren la badana y va soltando por el camino todos los hierros que le aprisionan las piernas, es realmente una metáfora de la vida para los que nos gusta correr. El segundo remata esa metáfora cuando le sirve a Forrest para escapar de sus demonios cruzando America de parte a parte.
Carros de fuego (1981)
Un ejemplo perfecto de la cultura inglesa. Tradición, deporte, paisaje, moral, cultura... Toda la película refleja el eco lejano del imperio británico. Aunque después de los últimos Juegos Olímpicos de Londres, lo cierto es que su escena más famosa ya siempre me la imagino con Mr Bean haciendo gansadas en la playa.
El señor de los anillos: las dos torres (2002)
Merry y Pippin han sido capturados por los uruk-hai, que los llevan en volandas hacia Isengard. Para salvarles de algo peor que la muerte, Aragorn, Legolas y Gimli se ponen a perseguirles a la carrera. El resultado es un extraño ejemplo cinematográfico de ultramaratón, con el elfo haciendo de Kilian. Aunque todos nos sentimos más identificados con el pobre enano.
La soledad del corredor de fondo (1962)
El guion fue escrito por el mismo Alan Sillitoe, autor de la novela original. Quizás por eso la película transmite perfectamente esa historia de un joven marginal que utiliza su capacidad para correr como un acto de rebeldía. En la memoria quedan los títulos de apertura o esas carreras campo a través en blanco y negro, con el protagonista entrenando en medio del bosque.
Marathon Man (1976)
Una historia enrevesada sobre criminales nazis, diamantes y agencias secretas en la que Lawrence Olivier se come una vez más a sus compañeros de reparto. En la memoria quedan dos cosas: la tortura del dentista Olivier y las escenas de Dustin Hoffman corriendo por Central Park.
Trainspotting (1996)
Escapar de la poli por patas es el momento perfecto para que Renton exponga su filosofía de vida. O mejor dicho de no vida. Porque más que deporte, la película podría ser una apología del dopping existencial.
Corre, Lola, corre (1998)
Franka Potente corre para ayudar a su novio y en sus carreras el universo se divide y muestra las consecuencias de los actos más sencillos e irrelevantes. No es ninguna maravilla del séptimo arte, pero lo cierto es que la actriz debió de sudar la gota gorda durante el rodaje.
Las siete ocasiones (1925)
Una de las mejores películas de Buster Keaton, en las que demostró sus dotes atléticas (y su cuerpo de goma). Al final, consigue llegar a tiempo a la iglesia, para casarse y recibir la ansiada herencia.
Cortos de Charlot
Hubo un tiempo en el que las carreras para escapar de la policía se convirtieron en todo un género. Y nadie huyó mejor de los Keystone Cops como Charlot. Como si fuera el abuelo de Renton.
La presa desnuda (1966)
Para terminar, una pequeña rareza. Dirigida por Cornell Wilde, la película cuenta la historia de un guía de safari al que una tribu africana le da una ligera ventaja antes de correr detrás de él para matarle. Una historia realmente entretenida que está, además, basada en hechos reales (aunque el escenario original fuera Wyoming).
Hay algunas más, incluso recientes, pero esto no pretende ser una lista exhaustiva. Además, así tengo una excusa para escribir sobre las que faltan. O sobre los mejores documentales, ahora que están de moda.
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