domingo, 10 de enero de 2016

Sierra de Hoyo

Los cielos siguen cubiertos por las nubes, la niebla oculta el paisaje y la lluvia está dejando el campo empapado y mullido. Y como no hace ni frio ni calor, lo cierto es que es un tiempo perfecto para correr. Porque además el viento que soplaba del norte hace unos días se ha transformado en una ligera brisa del oeste, más húmeda y cálida.

Ayer, después de un prólogo a ritmo vivo, me decidí a tirar monte arriba a pesar de que las nubes tapaban las cumbres de la sierra. Por lo menos durante gran parte de la subida podría disfrutar de las vistas, justo por debajo de las nubes.

Durante el tramo más empinado del sendero estuve acompañado todo el rato por un grupo de buitres que, como yo, remontaban poco a poco hasta pillar altura. Les dejé en lo más alto, cuando el mundo desaparecía entre la niebla. Aunque en la bajada me los volví a encontrar en la otra parte de la montaña (o a lo mejor eran sus primos).

A pesar de correr en las horas centrales del día, cuando la gente de bien se sienta a la mesa, durante la subida me crucé con un par de excursionistas que regresaban tarde a casa. El resto del recorrido conté tan sólo con la compañía de zorzales, rabilargos y otros pajarillos tímidos que no se acercaban lo suficiente para que pudiera ponerles la etiqueta.

En definitiva, una salida realmente agradable. Últimamente estoy disfrutando de verdad corriendo. No sé si porque estoy en mejor forma o, más probablemente, porque este tiempo es el que los dioses me recomendaron al nacer.

2h 40 min

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