Ha tardado en llegar, pero por fin ya está aquí el otoño. Es cierto que todavía sin mucha lluvia, demasiado frío, ni vientos desmelenados. Pero algo es algo. Sobre todo para los que nos gusta correr en estas condiciones. Ideales para despedir el año en una San Silvestre particular.
Mientras corría por la sierra de Hoyo hacia el mirador, disfrutando de la soledad y de los sonidos del campo, pensaba en las masas que se estaban preparando en esos momentos para participar en la carrera madrileña. Para correr por asfalto, en medio de una gran ciudad, junto a otras 40.000 personas, y encima pagando. Como diría el filósofo, hay gente pa tó.
Yo la verdad prefiero disfrutar de los sencillos placeres de la montaña mientras corro. Admirando las vistas desde lo alto, observando los bichos del campo o las plantas al borde del camino. Como ayer, por ejemplo. Con un grupo de buitres leonados volando sobre la loma del Cuchillar o parándome un momento para hacerle una foto a un romero blanco que destacaba entre sus hermanos.
Y al final del recorrido, como los últimos días, podía relajarme corriendo un poco más en buena compañía. Lejos de las multitudes, de la contaminación y del asfalto. Acabando el año de la mejor forma posible.
2h 02 min
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