Hay veces en las que las cosas salen al revés de lo que habíamos pensado. Normalmente porque terminan peor de lo previsto. Como diría el poeta Robert Burns, "los mejores planes de ratones y hombres a menudo se frustran y no nos dejan más que sufrimiento y dolor por el gozo prometido." Pero en otros casos, los hados nos permiten disfrutar de momentos excepcionales.
En esta ocasión, lo insólito ha venido por partida doble. Por un lado, poder subir a Montón de Trigo a principios de febrero como si fuera ya primavera. Sin nieve, ni placas de hielo traicioneras. Y acompañado de un coro constante de pajarillos, que andan ya enloquecidos defendiendo territorios para construir sus nidos.
Por otra parte, porque lo normal después de haber estado dos semanas corriendo poco y mal por miedo a un preaviso de lesión hubiera sido acabar agotado. Pero nada de eso. He terminado el recorrido sin problemas y con ganas de seguir trotando. Porque el día realmente era perfecto para correr montes.
Así que he elegido un recorrido para disfrutar bien de la montaña, teniendo en cuenta que el tiempo es siempre limitado: desde las Dehesas hasta lo alto de Montón de Trigo. Siguiendo primero las calzadas hasta el puerto de la Fuenfría y luego el senderillo que acaba en el collado Minguete, justo a los pies de la pirámide tan característica que corona el monte.
La bajada la he hecho por el lado noroeste, hacia el collado de Tirobarra, para luego volver rodeando el monte hasta la Peña Bercial. Desde allí, tan sólo quedaba bajar directo hacia el collado de Marichiva y seguir luego la Calle Alta de vuelta hasta las Dehesas.
Un recorrido corto, pero realmente perfecto para disfrutar de unas vistas espectaculares desde una de las montañas más bonitas de la sierra. Sobre todo si además los dioses nos regalan un sol de primavera en mitad del invierno.
2h 10 min
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