Parece que el frío y el mal tiempo van a volver dentro de unos días, pero hoy todavía se podía salir a correr en pantalón corto. Así que había que aprovechar el momento y disfrutar del sol mañanero. Con el campo empezando a explotar como si fuera ya primavera.
Lo bueno de correr entre semana es que los caminos y senderos están vacíos. Sin paseantes, ciclistas, o corredores. Tan sólo los bichos campestres que, con la soledad del momento, se dejan ver un poquito más.
Conejos, perdices, rabilargos, urracas, palomas torcaces y pajarillos varios. Los más pequeños suelen salir volando antes de que pueda identificarlos, pero esta mañana me he cruzado con un colirrojo tizón. Y el otro día tuve la suerte de ver en un árbol un grupo de mitos.
Con el campo tranquilo y soleado he remontado el arroyo del Peregrinos hasta el pie del cerro de la Lechuza. Y desde allí he bajado por la espina del Cerrulén hasta la Berzosa. Una zona relativamente silvestre por la que siempre es un placer perderse entre los muchos senderillos que la atraviesan.
1h 45 min
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