Mis nuevas rutinas me han alejado de esos recorrido familiares por los que he trotado miles de veces. Por eso, esta corta salida por el arroyo Peregrinos me ha servido para ponerme al día de los pequeños cambios en un paisaje bien conocido.
Porque lo cierto es que los caminos que trillamos a diario terminan siendo viejos amigos. Así, reconocemos todas sus arrugas en forma de piedras, raices de arbustos y zonas embarradas.
Y cuando los volvemos a ver después de un tiempo, lo primero que nos llama la atención son los rastros que se han alterado con el paso de los días. Aunque lo cierto es que esta vez han sido muy pocos. De lo que no puedo más que alegrarme, porque la experiencia nos dicta que cualquiera tiempo pasado fue mejor (aunque sólo sea por haberlos vivido).
1h 35 min
No hay comentarios :
Publicar un comentario