Llevo tiempo queriendo volver a correr por la sierra. Echo de menos las montañas, aunque cada vez me cueste más subir y bajar riscos. Así que este fin de semana esperaba poder hacer al menos una pequeña escapada para matar el gusanillo, aprovechando además que la nieve de las cumbres ya está casi derretida.
Pero si hay algo peor que la nieve profunda para disfrutar de las montañas corriendo, es la niebla. Así que cuando he visto que la sierra estaba cubierta por una espesa capa de nubes, he decidido seguir trotando por mi barrio.
Una salida corta rodeando las Colinas en compañía de mi perra, lo que no suele ser habitual en este recorrido porque con lo despistada que es prefiero no sacarla cuando tengo que cruzar alguna carretera. Además, como no le gusta la compañía canina y cada vez que ve a otro perro a lo lejos se fuga por el monte para evitar el encuentro, evito correr con ella los fines de semana.
Sin embargo, el cielo gris ha dejado en casa a la mayor parte de los paseantes, lo que nos ha permitido disfrutar del campo en soledad, y me ha evitado tener que estar pendiente de ella y su cinofobia. No es que me queje, que al final lo suyo rima con mi misantropía.
1h 19 min
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