martes, 25 de junio de 2013

Hasta que llegó su hora


Han sido 1.300 kilómetros y ya no aguantan más. Mucha gente dice por ahí que a los mil hay que darles una retirada digna. Pero yo he preferido seguir corriendo un mes más, porque lo cierto es que son cómodas.

Pero no conviene jugarse el tipo. Vale que los bordes del cuello se hayan ido rompiendo con las piedras y matojos. Vale que estén sucias y con desgarrones. Incluso se les puede perdonar el desgaste relativo en los suelas. Pero el caso es que en este modelo (que es el que suelo usar) tiende a rajarse la suela justo por debajo del talón. Y eso puede provocar problemas de verdad.

Así que ya toca retirada. Y con unas sustitutas casi iguales. Mismo modelo, misma horma y mismo color, aunque con adornos un poco diferentes. Las prefiero negras no porque sean más bonitas, sino porque aguantan mejor el barro y la suciedad. Igual razón para usar calcetines también negros.

El modelo es uno barato, que suele estar de oferta en muchas tiendas y centros comerciales. Y en cuanto a eso de tener varios modelos en uso a la vez, lo dejo para los profesionales y para los estetas.

2 comentarios :

  1. Es alucinante el tema de las zapatillas y lo que da de sí el tema. Cada uno es un mundo y un modo de tratar con ellas. Yo el tema de los km no lo tengo tanto en cuenta como la comidad, o mejor dicho, el dolor. Las 3 zapatillas que he llevado desde que corro medio en condiciones las he cambiado porque después de mucho tiempo usandolas, me ha empezado a doler algo que realmente me estaba causando el mal estado de la zaptilla además de un cambio en el tipo de entrenamientos, ritmos, etc. Digamos que es el cuerpo quién me lo pide y con escuchar basta. Otra cosa ya es buscar el nuevo modelo, que me lleva mucho tiempo de pensar, pero por lo menos hasta ahora no me he equivocado. Menuda chapa!

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  2. La primera que me habló de la relación entre las zapatillas desgastadas y las lesiones fue Cristina. Luego leí lo de los mil km de media (por lo de la degradación de las suelas), y parece que algo de razón hay. Lo mejor es lo que tú dices, eso de escuchar al cuerpo.

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