Como ya estaba harto de correr con frío, el domingo decidí aprovechar las
mejores horas del día para hacer una salida un poco más larga. El calorcillo de
este sol invernal me permitió lucir un atuendo casi veraniego. Pero en las
umbrías se notaba el fresquete y el suelo todavía estaba escarchado.
Con estos días de frío muchos árboles ya han perdido todas sus hojas.
Pero no todos. Aún quedan ejemplares vestidos de amarillo, aguantando hasta que
venga el primer vendaval.
El caso es que, con el tiempo que hacía, el campo estaba lleno de
ciclistas, paseantes y corredores. Ha sido una de las salidas en las que más
gente he visto. Tan sólo en los tramos más escondidos he podido disfrutar del
campo en soledad.
Las que casi han desaparecido han sido las setas. No sé si por la falta
de humedad, las bajas temperaturas o el esquilme desaforado de los domingueros.
Pero el caso es que ya casi no se ven por el campo (y las que quedan son
diminutas).
17,83 km (11,08 millas)
502 m
1h 48 min (9,91 Km/h)
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