Una noche de viento fuerte, y algo de lluvia, aunque no hacía nada de
frío. El caso es que quería variar un poco de recorrido sin que me dieran las
uvas. Así que me he dedicado a dar vueltas por las praderas de la Berzosa,
subiendo y bajando mientras hacía la digestión.
Lo bueno del recorrido es que es tranquilo, no hay que cruzar ninguna
carretera y puedo cortar por lo sano o ampliarlo cuando quiera. Lo malo es que
no se ve demasiado mundo (aunque de noche, eso no importa mucho).
Por el camino he levantado un par de perdices, que han logrado eludir a
los cazadores hasta ahora. Y me he cruzado con unos cuantos sapillos corredores
(como el de la foto) que hacían honor a su nombre y se iban por patas en cuanto
pasaba.
El ritmo ha sido más lento de lo normal por el trancazo que llevaba
encima. He seguido las recomendaciones de un amigo para quitármelo de encima
corriendo, y parece que está funcionando. Al terminar, ducha, pijama, libro y
quedarme frito a la tercera página. Una buena forma de terminar el día.
10,48 Km (6,51 millas)
265 m
1h 12 min (8,73 Km/h)
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