viernes, 14 de marzo de 2014

Arroyo de Peregrinos



A pesar de que he estado dos días sin correr, todavía sentía el cansancio de la carrera del sábado. Así que me lo he tomado con calma, que si las piernas están cargadas no creo que sea muy bueno forzarlas.

Estas noches se notan mucho los cambios de temperatura cuando el recorrido va pasando por vaguadas y zonas más altas. Hay momentos en los que te quedas helado, y el poco aliento que tienes sale en forma de pequeñas nubecillas. Y, de pronto, al subir una curva te encuentras con bolsas de aire templado que te reaniman el alma.

La luna creciente iluminaba el paisaje de fondo, pero he preferido ir con luz por si las moscas. Lo bueno es que la mirada podía abarcar todo el campo.

Este mes es famoso por lo que afecta al comportamiento de los animales (estás más loco que una liebre de marzo, dicen). Y lo cierto es que me han acompañado las llamadas amorosas de los sapos y de los mochuelos durante todo el camino.

Incluso me he cruzado con una piara de jabalíes correteando por las charcas de la Berzosa. Aunque se han metido muy rápido entre los matorrales y no he podido ver cuántos eran.

12,28 km (7,63 millas)
236 m
1h 17 min (9,57 Km/h)

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