viernes, 28 de marzo de 2014

Arroyo de Peregrinos



El miércoles fue el típico día de marzo: amanecimos con el campo nevado, soplo el viento durante todo el día, llovió por la tarde y se quedó una noche despejada fría y serena. Y como anunciaban más mal tiempo para los próximo días, me quité la pereza de encima y salí a trotar un poco.

Las bajas temperaturas habían dejado a los batracios en casa, al calor de un brasero, cediéndole la noche a los búhos. Durante todo el recorrido me acompañaron sus cantos. Un autillo al lado de casa, un mochuelo en los decorados y un cárabo a lo lejos, en el bosque de encinas que cubre las faldas del monte Cerrulén.

A pesar del fresquete, la noche estaba preciosa, sin Luna y con las estrellas brillando sin competencia. La luz de los Perros y Júpiter, que ahora está en todo lo alto, llenaban el cielo. Hace poco leí en algún lado que muchas veces Sirio se confunde con ovnis, y no me extraña viendo como su luz destaca en cuanto se pone la Luna.

Lo cierto es que a veces cuesta un poco sacar ganas para ponerse a correr a estas horas, con frío, viento o tormentas. Pero al final merece la pena. Porque de otra forma no podría decir eso de: "yo he visto cosas que vosotros no creeríais... Rayos del primer sol de la mañana tiñiendo de violeta la nieve de las montañas. Gullas cantando en la oscuridad, más allá de la puerta de mi casa. Que esos momentos no se pierdan en el tiempo como lágrimas bajo la lluvia."

12,28 km (7,63 millas)
236 m
1h 15 min (9,82 Km/h)

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