lunes, 24 de marzo de 2014

Arroyo de Peregrinos



Este jueves, cuando he salido de casa, he oído al primer autillo de la temporada. Y me ha alegrado la noche, la verdad. Es quizás el sonido que más asocio con la llegada del buen tiempo.

Lo cierto es que hacía una noche magnífica para correr. Como el cielo se ha nublado con la puesta del Sol, la temperatura no ha bajado. Y a pesar de que han caído cuatro gotas, no había charcos ni nada. Quizás por eso, esta noche también me he cruzado por primera vez con otros corredores noctambulo-campestres.

Ahora es normal ver gente corriendo por las calles de noche. Buscando la luz de las farolas y el cemento para darse una vueltecita. Pero nunca antes me había topado con otros tirando por el monte.

Lo que tampoco había visto eran tantos sapos como los que se han cruzado hoy en mi camino. En otoño y primavera es fácil ver por la noche muchos sapillos corredores (que suelen hacer honor a su nombre), pero esta vez los que se quedaban haciendo la estatua era sapos comunes. Enormes. Y muchos.

12,28 km (7,63 millas)
236 m
1h 17 min (9,57 Km/h)

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