Este domingo pedía al cielo que lloviera, y los dioses han sido benévolos. El lunes y el martes las tormentas han descargado por fin en Hoyo. Y aunque la tierra seca ha chupado rápido el agua, lo cierto es que el ambiente está más limpio y fresco.
Ayer, por ejemplo, los caminos ya no tenían ese aspecto seco, polvoriento y cansado de las últimas semanas. Quizás por eso mi ritmo fue también más alegre y saltarín. O puede que fuera porque salí antes de cenar. Que siempre es mejor correr hacia la comida que no tratar de escapar de ella.
El caso es que pude hacer casi todo el recorrido con luz natural, disfrutando del olor de la hierba mojada (quizás el mejor aroma junto con el del pan recién hecho y el de la carne en la barbacoa). A ver si hay suerte y la lluvia nos sigue acompañando durante unos días.
13,49 km (8,38 millas)
254 m
1h 18 min (10,37 Km/h)
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