Cuando empecé a hacer este recorrido todas las semanas el pasado invierno pensé que iba a terminar como un hámster en su rueda. Pero el caso es que llevaba ya dos meses sin correr por las quebradas que hay entre Hoyo y la Berzosa.
Y el caso es que mi intención era otra. La idea original era dar la vuelta al pueblo, subiendo hasta las Viñas. Pero al tener que salir más tarde de lo previsto me quedé sin tiempo. Que tampoco es cuestión de llegar a las doce de la noche.
Así que giré a la izquierda y me puse a dar vueltas y revueltas por los caminos, senderos y trochas que más veces he pisado. Subiendo y bajando a la luz del frontal o de la Luna, según fuera el tramo por el que pasaba. En la soledad más absoluta, ya que hasta las aves nocturnas han dejado de cantarle al mundo desde sus atalayas.
12.38 km (7,69 millas)
273 m
1h 12 min (10,31 Km/h)
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