Después de una tarde de bochorno típico de primavera, con el cielo nublado como si fuera la tapadera de una olla a presión, el anochecer fue refrescando poco a poco. Lo que siempre se agradece. Porque salir con calor y humedad no es lo mejor para disfrutar corriendo.
Además, el viernes pude hacer todo el recorrido sin encender el frontal. Al principio porque la luz del Sol se come en esta época parte de la noche. Y al final, porque la Luna está ya tan crecida que nos crea nuestra propia sombra.
Pero lo mejor de la noche fue el perfume de las retamas, que en nada envidian a los jazmines del sur. Sobre todo cuando todas deciden florecer de golpe. Un verdadero gusto para los sentidos.
Por lo demás, nada reseñable. Tan sólo un breve encuentro con un zorro, que se escurrió rápido entre los matorrales. Y, ya en el canal, otro con tres ciclistas que se fueron luego hacia Molino de la Hoz.
13,66 km (8,49 millas)
402 m
1h 22 min (10,00 Km/h)
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