Una vez más, salir al amanecer me ha devuelto la alegría de correr. No la velocidad, que tampoco hay que pedir milagros. Pero por lo menos sí que he disfrutado del fresquito de la mañana y del campo recién lavado por las tormentas que cayeron ayer por la tarde.
Esa atmósfera cristalina, más típica de las mañanas de invierno, invitaba a perderse por en medio del campo. Así que he buscado un recorrido con pocas pistas, muchos senderos, algún tramo monte a través y un pequeño altozano para disfrutar además de las vistas.
El valle del Peregrinos y la loma del Cerrulén eran un lugar perfecto para conseguirlo todo. Con poco desnivel y subidas suaves, que todavía estoy en fase de recuperación de la tendinitis. Y con zonas de encinar denso para sentirme aislado del mundo. De hecho, tan sólo me he cruzado al final con un ciclista.
Y menos mal que he salido temprano, porque luego me he enterado de que a las diez había una carrera popular que coincidía con un tramo por el que he pasado. No es que no me guste la gente, pero el caso es que prefiero a las personas en grupos pequeños. Sobre todo para corretear por el campo.
16,16 km (10,04 millas)
384 m
1h 42 min (9,50 Km/h)
No hay comentarios :
Publicar un comentario