Subir hasta el mirador de Peñaliendre es un recorrido perfecto para trotar tranquilo, en soledad, por en medio de peñas y árboles, sin demasiados esfuerzos y con el regalo final de poder disfrutar de las vistas sobre el valle del Peregrinos, con Torrelodones y Villalba a lo lejos.
El senderillo que acompaña al arroyo durante la subida se abre paso a duras penas entre los arbustos. A veces su trazado se convierte en una verdadera zanja por la que bajan las aguas de manantiales estacionales. A mitad de subida hay una fuente, justo después de haber dejado atrás un grupo de alamos.
Desde el mirador, la bajada por la parte norte está mejor trazada. Pero como el camino está lleno de piedras sueltas hay que correr con mil ojos y mucho cuidado para evitar una torcedura traicionera. Luego ya, en el antiguo camino que unía Hoyo con Villalba, se puede correr más tranquilo porque el trazado es totalmente liso y el desnivel perfecto para dejarse caer.
La parte vegetal del campo sigue reventando en estas primeras semanas de primavera. Y en cuanto a la parte animal, lo único destacable fue una collalba rubia que me acompañó durante un trecho del recorrido. Un pajarillo precioso, de esos que combinando tres colores (blanco, negro y ocre) consiguen un resultado destacable.
17,82 km (11,07 millas)
522 m
2h 05 min (8,55 Km/h)
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