Mientras el resto de España sufre los rigores de otra ola de calor, en Cantabria disfrutamos de cielos nublados. Perfectos para correr un poco. Pero aunque el sol quede oculto detrás de una capa de nubarrones grises, tampoco es que haga frío. Así que lo que queda es sudar. Mucho.
Aprovechando que las condiciones eran buenas para trotar por senderos empinados, he optado por subir a peña Cabarga. Un recorrido que se convierte en una pista de patinaje en cuanto llueve un poco, gracias al suelo arcilloso típico de la zona. Pero que esta vez estaba bien seco.
Por el camino, las vistas que se van descubriendo según se gana altura invitan a parar a hacer una foto de tanto en tanto (y a recuperar un poco el resuello). La subida no es demasiado larga, pero tiene tres o cuatro rampas realmente empinadas.
Para la bajada he optado por tirar a la aventura por un senderillo que, como suele pasar en esta tierra, estaba indicado sólo al principio y al final. El resto lo dejan a la imaginación de cada uno. Pero el caso es que ha sido mejor que bajar todo el rato por la carreterilla asfaltada. A pesar de los tojos y ortigas que escondían el camino en algunos tramos.
2h 32 min
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