El cambio de hora en otoño nos deja unas tardes realmente breves. Así que para cuando he podido ponerme las zapatillas ya era casi de noche. Y como el cielo ha estado cubierto de nubes melodramáticas primero y luego se ha despejado dejando brillar a gusto a la Luna llena, el caso es que la salida ha sido realmente memorable.
Además, con la luz del atardecer y la de la Luna he podido correr casi todo el rato sin tener que encender el frontal (que llevo siempre de noche, por si las moscas). Tan sólo me ha hecho falta algo de luz artificial cuando el sendero pasaba debajo de los árboles. O cuando la cantidad de pedruscos del camino aconsejaba ir con prudencia.
En este tipo de circunstancias, cuando queremos correr a la luz de la Luna, lo mejor es elegir un recorrido facilito. Mejor con caminos despejados que por senderos retorcidos. Con bajadas poco empinadas y continuas, para evitar sorpresas. Y teniendo en cuenta que los árboles y las zonas de tierra oscura nos impiden ver muchas veces los huecos, surcos o piedras traicioneras. Y si además brilla la Luna llena, mucho mejor.
1h 37 min
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