Un recorrido normal y corriente se puede convertir en toda una aventura si lo hacemos en las condiciones adecuadas. Por ejemplo, de noche. O en medio de una ventisca soplando del norte y dejando el paisaje cubierto de nieve. O con lluvias torrenciales, de esas que transforman los caminos en arroyos.
De noche ya he trotado por casi todos los senderos de la zona. Y las nevadas todavía tardarán un par de meses en llegar. Pero nunca hasta ahora había corrido con tormentas como las que dejaron ayer el campo pingando de agua.
Cuando salí de Torrelodones, la lluvia caía realmente fuerte. Y siguió así durante todo el rato que estuve corriendo por el canto del Pico y la zona de las Colinas, hasta que llegue a Hoyo. Empapado desde el primer minuto, lo único que quedaba hacer era disfrutar como un niño, saltando de charco en charco. Hasta que ya no había más charcos porque todo se convertió en un único río en el que chapotear a gusto.
1h 30 min
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