Este otoño perfecto que acaba quiere terminar como marcan los cánones, con el frío de diciembre anunciando ya el invierno que se acerca. Con vientos fuertes del norte, de esos que te dejan mareado después de aguantar durante un rato el embate de sus rachas. Con nevadas en la sierra. Con los arroyos y charcos amaneciendo con una costra de hielo. Y con el suelo crujiendo con nuestras pisadas.
La estación ha cumplido con lo que se espera de ella. La naturaleza ha aprovechado el agua y el sol del otoño para coger fuerzas de cara a los meses que llegan. Y yo he agradecido el haberme recuperado y haber podido disfrutar al trote del campo.
Ahora llega una época dura para correr, oscura, fría y en la que a veces cuesta coger fuerzas para salir de casa. Pero también merece la pena, aunque sea sólo para saborear cuando regresamos una ducha y un té bien calientes. Y para espiar en el monte esos pequeños cambios que poco a poco nos irán anunciando la próxima primavera.
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