Desde hace unos meses tenía en la cabeza este recorrido. Y la mejor manera de despedirme del verano era aprovechar el último día de la estación para subir al techo de la sierra. Sobre todo porque justo esa mañana iba a estar despejado, que a veces las montañas son tracioneras en medio de la lluvia y la niebla.
El recorrido partía del puerto de Cotos, subiendo por la vía rápida hasta lo alto de Peñalara y manteniendo luego la cuerda hasta el puerto del Reventón. Desde allí, tan sólo había que dejarse caer hasta el Paular para volver a Cotos por las pistas y senderos de Cabeza Mediana.
En total una vuelta larga, en la que iba a tener que correr durante la primera mitad del recorrido sin fuentes ni arroyos para abastecerme. Y en la que era necesario repostar a tiempo para evitar que la última subida desde el Paular se convirtiera en un suplicio.
En ese sentido, por una vez todo salió bien. La botella grande del cinturón me aguantó hasta que pude rellenarla en una fuente cerca de Rascafría. Y las barritas que llevaba fueron más que suficientes. Al final, cuando llegúe a Cotos ni tenía sed, ni estaba demasiado cansado.
Lo mejor del camino, con diferencia, fueron las vistas desde Peñalara. No tanto porque esta montaña sea especialmente bonita. De hecho, no es más que una colina muy alta. Pero si estás arriba al amanecer y con el cielo despejado, el panorama merece la pena. Y además, justo después toca el paso de la cresta de los Claveles. La zona más complicada y entretenida de esta parte de la sierra.
Desde la laguna de los Pájaros hasta el Reventón, el camino sigue las ondulaciones suaves de las cimas que vamos pasando. Aquí lo único destacado son los restos de fortificaciones de la guerra civil. Unos muros y construcciones de piedra que no parecen tener demasiado sentido desde el punto de vista estratégico. Y que quizás sirvieron más para entretener a los soldados y voluntarios republicanos que para espantar el ánimo de los feroces enemigos.
Lo peor del recorrido, aunque parezca raro, fue la bajada desde el Reventón hasta el pie de Cabeza Mediana. Aunque el camino es todo cuesta abajo, después de descender 800 metros de golpe las piernas se quedan flojas y entumecidas. De hecho, cuando el sendero vuelve a tirar hacia arriba, el cuerpo lo agradece a pesar del cansancio general.
En cuanto a la compañía, por la parte animal tan sólo me crucé con una pareja de cabras monteses cerca de Peñalara. Y con muchos arrendajos graznando como locos y haciendo honor a su nombre latino. Por lo demás, poca gente para el día tan bueno que hizo.
34,60 km (21,50 millas)
1.555 m
4h 32 min (7,63 Km/h)
No hay comentarios :
Publicar un comentario