Haciendo honor al nombre del blog, terminé el mes haciendo un recorrido antes de que el sol iluminara el suelo por el que pisaba. Y lo cierto es que lo agradecí enormemente. Por un lado porque el cielo y el campo están a esa hora en su mejor momento. Y por otra parte porque me pude cerciorar de que mi flojera de estos días pasados se debía al calor.
Y para celebrarlo, me eché al monte. Literalmente. Porque nada mejor que ver amanecer subiendo al Picazo, aprovechando la sombra de la montaña para no acalorarse demasiado. Además, por si las moscas, me tomé la subida con calma. Lo que me permitió terminar luego el recorrido sin problemas ni cansancio.
Otra cosa buena de correr a esa hora es que estamos mejor acompañados. En este caso por conejillos y perdices. Y por una de las abubillas que todavía están con nosotros, aprovechando para coger fuerzas antes del gran salto que darán muchas aves dentro de poco.
A pesar de la hora, cargué con una botella de agua para el camino (que en esta época nunca sobra). Y estrenaba además suelas con tornillos nuevos en mis zapatillas viejas. Las últimas murieron hace un par de semanas, con los tornillos limados y las suelas agrietadas. Pero lo cierto es que aguantaron el tipo cuatro o cinco meses más de lo previsto.
Después de haberlo probado, el sistema de los tornillos me parece perfecto. Para prolongar la vida de nuestras zapatillas viejas y para mejorar el agarre en terrenos complicados. Que en el campo son casi todos: con hierba mojada, con barro, con arenilla suelta, con piedras resbaladizas...
Con este par de zapatillas estoy probando algunos tuneos varios, además de los tornillos, para ver qué tal va la cosa. El objetivo es que aguantan un invierno más. Aunque en cualquier caso ya estoy buscando sustitutas nuevas.
17,14 km (10,65 millas)
706 m
2h 09 min (7,97 Km/h)
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