Día de estreno de material. Aunque no del que afecta realmente a esto del correr, ya que sigo con unas zapatillas viejas, un pantalón desteñido por el sol y una camiseta roñosa. Lo que ha cambiado ha sido el móvil, que siempre me acompaña por eso de la seguridad (nunca sabes cuando te vas a romper una pierna en medio del monte).
Hasta ahora siempre he corrido con un Nokia de los antiguos. Por un lado son los móviles más resistentes de la historia. Se pueden caer al suelo sin abollarse, los puedes usar para clavar un clavo, para partir piñones o como arma defensiva cuando te ataca un perro. Y no se rompen. Además, son pequeños y no pesan, lo que me viene muy bien para poder metérlo en el bolsillo del pantalón. Sin embargo, la humedad cántabra y el sudor en el que ha estado sumergido este verano han resentido el funcionamiento de sus tripas.
Por eso tocaba buscar un sustituto. Y como los smartphones de ahora ni son pequeños, ni duros, lo mejor ha sido recuperar del cajón uno de los Samsumg viejos. A ver que tal se porta.
Para empezar a ponerlo a prueba he hecho un recorrido largo por la sierra de Hoyo. Comenzando al alba y subiendo por las laderas al mismo paso que el sol. Parándome algunas veces para probar la cámara (y lo cierto es que se nota el cambio).
Como he salido sin tener muy claro el camino que iba a coger, el caso es que iba con poca gasolina en el cuerpo. Y, además, tampoco llevaba la botella de agua. Así que a las tres horas justas he empezado a notar el bajón, y he cogido un atajo para terminar el recorrido.
A pesar de que el calor ya no molesta, y menos por la mañana, el caso es que ha sido demasiado tiempo sin beber y he terminado reseco por dentro y por fuera. Así que, en cuanto he llegado a casa, me he recuperado a base de agua, té, un batido de sandía y mi bebida favorita.
26,12 km (16,23 millas)
848 m
3h 06 min (8,43 Km/h)
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