Aunque las conozco desde hace tiempo, todavía no había corrido nunca por las cumbres de los Siete Picos. Hasta ahora en mis recorridos al trote tan sólo los había tenido como escenario de fondo. Pero como el invierno sigue tardando en llegar (y las nieves que cayeron hace unas semanas han desaparecido), he aprovechado para hacer una visita relámpago.
Cuando pienso en esta sierra me acuerdo de la montaña rusa que había en el parque de atracciones de Madrid cuando yo era pequeño. El caso es que el nombre es evocador. Aunque personalmente me parece todavía mejor con el que era conocida en la Edad Media: la sierra del Dragón.
Pocas cosas son mejores que un dragón, pero lo cierto es que lo de Siete Picos siempre me ha parecido un poco tramposo, ya que realmente son sólo seis las cumbres que conforman el grupo (y que se pueden ver tanto desde Madrid como desde Segovia). El séptico pico, el de Majalasna, es tan sólo un añadido, más bajo y desgajado del resto.
El recorrido lo he empezado en las Dehesas de la Fuenfría, y he ido ganando altura por la calzada borbónica hasta el puerto. Desde allí he tirado monte a través, primero, y por un senderillo luego hacía el cerro Ventoso. Como además del buen tiempo, llevamos muchos sin días de calma chicha, el pico no hacía honor a su nombre.
Tocaba ahora bajar al collado del mismo nombre antes de terminar la subida final hasta el grupo principal de los Siete Picos. Vista de lejos, la forma de esta sierra es realmente bonita. Pero de cerca gana todavía más. Porque las cumbres son realmente un berrocal enorme. Un campo de peñotes agrupados como si fueran hitos de gigantes, entre los que serpentea el caminillo.
Desde el último de los picos, el más alto de todos, he bajado hasta el collado que hay antes del pico del Telégrafo. Este tramo del recorrido ha sido el único en el que me he cruzado con gente: un grupo de militares que parecían estar más de excursión que de prácticas.
En el collado he cogido para volver a la Fuenfría la llamada Senda Herreros. A pesar de tener nombre propio, este senderillo es un camino asilvestrado, con muchos puntos en los que se pierde entre canchales y berruecos. La zona por la que pasa, la cara sur de los Siete Picos, es muy quebrada, por lo que es casi imposible correr en esta zona. Ni cuesta abajo, ni mucho menos cuesta arriba.
Al final de la senda, en la zona de Navalurraque, tan sólo tenía que coger la pista de la República o alguno de las trochas que bajan hacia las Berceas para dar por finalizado el recorrido. Que a pesar del cansancio se me ha hecho realmente corto. Por la belleza de los picos, por las vistas, por el tiempo tan agradable que disfrutamos todavía, por la soledad, por la compañía de unos corzos que se han cruzado conmigo...
2h 58 min
No hay comentarios :
Publicar un comentario