La sierra de Hoyo está llena de berrocales, en los que la imaginación de la gente ha ido viendo formas a lo largo del tiempo. Así, en diferentes puntos de sus crestas aparecen un pico del Águila (por unas peñas que forman la silueta de esta rapaz), un cerro de la Lechuza (en los que hay que echarle más imaginación a la cosa), una Tortuga (que, aunque no aparece en los mapas, es una de las más fáciles de ver) o la famosa Silla del Diablo.
El nombre de esta formación ya aparece en los mapas antiguos. Al menos como canto de la Silla. Y lo cierto es que es un conjunto de lo más curioso: una alta columna de piedras culminada por lo que parece un asiento de esos antiguos bancos de tijera.
Lo de la silla queda claro. Lo del diablo supongo que será por aquello de darle un poco de dramatismo a la cosa. Porque el paraje es un verdadero jardín, en el que es posible ver flores curiosas durante todo el año. Esta vez, en sus cercanías había acianos de montaña creciendo al borde del sendero.
Por lo demás, el recorrido ha sido muy placentero. Aprovechando el fresco de primera hora he dado una vuelta por los altos de la sierra de Hoyo, volviendo por el valle del Peregrinos. Que ahora parece nevado por la cantidad de jaras que han abierto sus flores como platos.
2h 47 min
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