Con esta primavera cargada de lluvias y sol, uno de los mayores placeres cuando corremos por el campo es el de sumergimos en un mundo de olores. Lejos de los humos de los coches parece que se nos agudiza el olfato. Y los pulmones se nos llenan no sólo de oxígeno y aire fresco.
A veces pasamos cerca de plantas que huelen a miel. Otras se nos queda pegado el olor campestre de las jaras. O notamos el perfume de las madreselvas, el olor dulce y ligeramente acre de las siemprevivas o el aroma con toques amargos de algunos tipos de margaritas.
Y eso cuando no podemos disfrutar directamente de uno de los mayores regalos de la naturaleza: el olor de la tierra recién mojada al llegar una tormenta. Un aroma que siempre suele estar entre los preferidos por todo el mundo (junto con el café, el pan recién hecho o el olor de una barbacoa).
El caso es que estamos teniendo un mes de mayo que puede que rompa la racha que llevamos batiendo records de calor. Al menos por estas tierras de Castilla. Incluso puede que se cumpla por fin uno de esos viejos refranes. El que nos advierte de que hasta el cuarenta no debemos esconder los abrigos.
2h 04 min
No hay comentarios :
Publicar un comentario