Una salida al anochecer por el valle del Peregrinos. Trotando despacito (por aquello del calor) y subiendo hasta el cerro de la Lechuza para admirar el panorama.
El caso es que me apetecía comprobar cómo andan las cosas cerca de casa. Las últimas semanas he corrido más por la sierra de Guadarrama que por Hoyo, y ya echaba de menos ver paisajes familiares y amigos.
Cómo es lógico en esta época, el campo está todo reseco. De los arroyos tan sólo quedan los cauces arenosos. Casi no se ven ya flores, la hierba está amarilla, las plantas quebradizas y los animales salen tan sólo durante las primeras horas del día.
Pero sabiendo que en unos días estaré corriendo por el norte, lo cierto es que he disfrutado de la belleza dura de esta Castilla de fuego. Será esa vena masoquista que todos los corredores llevamos dentro.
1h 51 min
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