No es que el termómetro haya bajado mucho, pero estos primeros días en los que se juntan el viento y el frío son los más duros. Más que nada porque nos pillan todavía desprevenidos. Luego, cuando ya llegue el invierno de verdad, estaremos todos bien envueltos en abrigos y bufandas, pero ahora tenemos que acostumbrarnos todavía al cambio.
Y eso que a mí me gusta correr con fresquete. No es que vaya más rápido, pero al menos disfruto más cuando no sudo la gota gorda. Aunque esta última semana he terminado mis salidas con las manos ateridas.
Ante el mal tiempo que se avecina, lo que sí que he estado trabajando ha sido mi capa de grasa corporal. Los dulces navideños ya han empezado a hacer mella en mi espíritu y no me he podido controlar. Es lo malo que tiene esta época para los que somos adictos al dulce.
Me espera por tanto un periodo de adaptación a las condiciones meteorológicas y a los cantos de sirena de la Navidad, en su parte más calórica. Para lo primero sólo me hacen falta más capas. Lo segundo lo tengo más difícil, porque la voluntad de hierro se oxida con el mal tiempo.
No hay comentarios :
Publicar un comentario