lunes, 10 de diciembre de 2012

Libro: Scott Jurek - Eat & Run


Scott Jurek es un poco como el Andrés Iniesta o el Juan Carlos Navarro de los ultramaratones: un deportista superdotado y muy inteligente escondido en un cuerpo de perro. Cuando se le ve como corre, con su paso destartalado y un poco torpe, lo que sorprende es que haya llegado tan lejos. Y ha sido lejos de verdad: siete veces campeón en la Western States, dos veces en Badwater y tres veces en el Spartathlon, entre otras cosas.

Además, en lo que coincide toda la gente que le conoce es que, por encima de todo, es una buena persona.

Ahora que ya ha dejado paso en la primera línea a la nueva generación de corredores, nos cuenta su vida. Y lo hace de una forma realmente inocente e ingenua. Sin presumir ni alardear de sus victorias. Sin alharacas. Un libro honesto y muy interesante que, gracias a la escritura de Steve Friedman, se lee de una sentada.


Argumento
Scott Jurek repasa toda su vida: los duros momentos por los que pasó durante su infancia, los primeros pasos deportivos esquiando y corriendo, los amigos, las primeras victorias, las derrotas, las grandes hazañas, su separación, su búsqueda constante de paz interior… Y todo ello condimentado con sus mejores recetas. Porque para él, la alimentación en general, y ser vegetariano en particular, no es algo anecdótico. De ahí el nombre del libro.


sábado, 8 de diciembre de 2012

Vuelta a las Colinas

Por fin he vuelto a correr al alba. Y sin dolores. El otro día me recomendó un amigo hacer menos tiempo en mis salidas para recuperarme poco a poco, y parece que ha funcionado.

El amanecer ha sido alucinante. Con el cielo despejado, las últimas estrellas y la luna menguante arriba y una franja de luz rosada que dejaba ver a lo lejos las torres de Madrid. Y con el monte del Pardo cubierto por una niebla muy baja.

La mañana estaba fresquita. Cero grados (siempre que lo digo pienso en chiste de Lepe), pero sin viento. El caso es que sólo he tenido que llevar el frontal durante diez minutos, porque la luz del alba ha llegado muy pronto. Y entre el panorama y el ritmo suave ha sido realmente un placer volver a correr a estas horas.

En resumen
  • Parece que mi pierna vuelve a la normalidad. A ver si ya no tengo que aprender más anatomía.
  • Una mañana de otoño preciosa.
  • Sigo pensando que correr al alba y ver amanecer en el campo es de lo mejor que se puede hacer para empezar el día (al menos de vez en cuando).
11,39 Km (7,08 millas)
231 m
1h 10 min (9,77 km/h)

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Grandeza


Cuando pienso en las personas que me inspiran de verdad a la hora de correr no sólo pienso en gente como Kilian Jornet, Anton Krupicka, Geoff Roes o Scott Jurek. Creo que ellos nos sirven de ejemplo, no porque ganen carreras, sino por cómo lo hacen. Pero correr es mucho más que ir rápido.

En el fondo, los que más respeto me merecen son los corredores que siguen corriendo cuando los mejores ya están en casa. Decía Christopher McDougall que cuando terminó su primera carrera larga, muchas horas después de que hubieran llegado el resto de corredores, Scott Jurek le felicitó en la meta como su fuera el campeón. A él le sorprendió, ya que había tardado el doble de lo que había hecho Scott. Pero éste le contestó que por eso era mucho más valiosa su carrera, porque el sufrimiento también había sido el doble.

La gente que admiro de verdad es la que llega al final. Y no sólo porque yo esté entre ellos (o por detrás). Son personas que no están tan en forma, pero que disfrutan de lo que hacen a pesar de lo que les cuesta. Sus objetivos son humildes. Y su pasión por correr mucho más sincera.

Ya he mencionado otras veces la frase de Chesterton: “alguien debe amar realmente lo que hace cuando no solo lo practica sin tener esperanzas de ganar fama o dinero, sino que incluso lo practica sin ilusiones de hacerlo nunca bien”. Creo que resume lo que pienso de gente como Nathan. Un chaval de doce años que nos enseña más de lo que es correr que muchos de las grandes estrellas. Aunque es un anuncio que hizo Nike antes de los últimos Juegos Olímpicos, el video merece la pena.


martes, 4 de diciembre de 2012

Puente de la Parrilla


Más de un mes sin moverse pasa factura a cualquiera, así que hoy he salido con cuidado y muy lento. Comprobando todo el rato el estado de las piernas, de los pulmones y de la garganta. Y parece que todo va más o menos por buen camino.

Lo único que me ha preocupado ha sido el maldito tendón, que ha aparecido para saludar cuando llevaba una hora de trote cochinero. Al final no ha llegado a doler, pero ya me vale con que haya dicho hola.

En cuanto al resto, todo perfecto. El día estaba fresquito, pero con un sol que calentaba todo lo que podía para ser diciembre. Y sin viento. Con el poco calor, los buitres no podían subir mucho. He pasado debajo de un grupo de 30 o 40 que volaban casi por encima de mi cabeza, aunque no parecían estar muy interesados por mí. Todavía.

En resumen:
  • Un poco de ejercicio suave para ver si empiezo a ponerme un poco a tono.
  • El tendón isquiotibial bíceps femoral sigue ahí, el maldito.
  • Un día precioso de otoño.

13,49 Km (8,38 millas)
154 m
1h 26min (9,41 km/h)

lunes, 3 de diciembre de 2012

Libro: Courir (Jean Echenoz)

Tardé un tiempo en pillar este libro porque Echenoz no me había convencido mucho la primera vez que le di una oportunidad. Pero esta vez se ha redimido a mis ojos. Lo cierto es que cualquier libro que cuente la vida de Emil Zátopek tiene ya mucho ganado de antemano.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Comer corriendo


Haced lo que os digo y no lo que hago (que a veces soy idiota perdido): antes de correr, comed. No un cochinillo asado con fabada. Pero si lo suficiente para que el cuerpo vaya tirando de ese combustible y no tenga que recurrir únicamente a las lorcillas de la barriga. Correr sin comer es sinónimo de pájara segura. Lo digo por experiencias. Si, en plural (ya he dicho que soy idiota).

Eso antes de correr. Pero durante la carrera, lo que como o no depende del tiempo que esté trotando por esos montes de Dios. 

En general, no suelo llevar nada cuando salgo a correr menos de dos horas. O como mucho pillo una barrita de chocolate o un puñado de dátiles. Sin embargo, cuando la cosa va para rato me lo planteo como una verdadera excursión: con comida de verdad.

Luego, corriendo, suelo ir alternando cosas dulces y saladas según me las pide el cuerpo. O la gula, que también vale. Si cada cual corre como quiere, en lo de la comida los gustos no sólo cambian entre las personas, sino que lo hacen incluso de un día a otro. Pero, en general, estos son los alimentos que prefiero llevar en carreras largas:


Sándwich: en mi caso, de pan de hogaza tostado con tomate, lechuga, pavo y queso. Cortados y envueltos por separado en papel film.

Burritos: tortillas de maíz o trigo con tomate, maíz, pollo... Ojo con pasarse con el relleno, que gotea y pringa.

Fruta: no es cosa de correr con un melón debajo del brazo, pero los plátanos son muy socorridos.

Bizcochos All-Bran Fruta & Fibra: los prefiero a las típicas barritas energéticas porque son más blandos y no están tan resecos. He visto por ahí que hay otras marcas similares, pero todavía no los he probado.

Barritas de chocolate: no me refiero a las de muesli reseco, que no hay quien las pase por la garganta. Son las del tipo Mars, Twix o Snickers. Fáciles de encontrar en cualquier parte y muy socorridas para animar al cuerpo.

Dátiles: a veces llevo un buen puñado. Lo bueno de los dátiles es que son baratos y los hay todo el año, pero dependiendo de la época también he llevado orejones, higos secos…

Conguitos: o similares. Estos son una excusa para ponerme gocho. Hay quien prefiere gominolas.

Barritas energéticas caseras: solía hacerlas mezclando en la picadora higos secos, nueces, dátiles, miel y gofio (el famoso pinole tarahumara en versión canaria). Se pueden añadir más cosas o menos, según el gusto y el momento, aunque el coco rallado no es buena idea porque no aguanta mucho antes de ponerse rancio. Luego se enrolla la masa, se corta en trocitos y se envuelven por separado.

Mazapan: déjate de geles con sabor mocachino o lima-limón. Las figuritas envueltas en sus bolsitas individuales son perfectas. Lo mismo que el turrón. No tienen electrolitos, pero saben a Navidad.

Obviamente, no llevo todo a la vez. O necesitaría una carretilla para trasportarlo todo a la ida, y para trasportarme a mí a la vuelta.

Otra cosa que creo que es práctica: siempre que como, bebo unos sorbos de agua para ayudar al estómago a digerir. Y no dejo ningún papel ni plástico tirados por el campo. Todo lo que va, vuelve. Menos el resuello.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Libro: Adharanand Finn - Running with the Kenyans


En los veinte últimos años, los corredores keniatas han copado los primeros puestos de las carreras de fondo (junto con algunos etíopes). No es sólo que haya habido un puñado de atletas excepcionales. Es que, como dice el autor de este libro, si llamas por error en Kenia al teléfono de un desconocido, es muy probable que tenga un tiempo de maratón de poco más de dos horas.

Para descubrir el secreto de estos corredores, Adharanand Finn se va a vivir con su familia durante un año a Iten, un pueblo del valle del Rift donde están las mejores escuelas de atletismo del mundo. En ellas, miles de corredores locales se entrenan cada día. Y en el libro nos va contando cómo viven, cómo corren y con qué sueñan.

¿Y el secreto? Una mezcla de entrenamiento intensivo, alimentación sana, descanso… Y pobreza. No de morirse de hambre. Pero si como para que ganar el primer premio de un maratón en una ciudad occidental les resuelva la vida a ellos y a sus familias para siempre.

En definitiva, un libro muy interesante y ameno... y después de leerlo dan ganas de irse a pasar una temporada  a Iten.


Argumento
Realmente se resume en el subtítulo del libro: pasión, aventuras y secretos del pueblo más rápido de la Tierra.

martes, 27 de noviembre de 2012

Lesiones

A veces parece como si el cuerpo nos pidiera vacaciones. Justo cuando ya casi tengo la pierna bien del todo y me puedo soltar la melena (en sentido figurado, en el literal es imposible), me viene un virus de narices (este sí, tanto en sentido figurado como literal).

Con la garganta escocida y el cuerpo apaleado, no me siento ni para montar en bici. Alguna vez he corrido con síntomas de gripe y he terminado casi llorando. Y renqueando de mala manera. Así que esta vez lo voy a dejar por unos días más.