lunes, 25 de febrero de 2013

El Muro



La gente suele decir que, cuando corres una maratón, alrededor del kilómetro 30 te encuentras con el Muro. Así, con mayúsculas. Supongo que ese Muro se ha hecho famoso por una razón muy sencilla: es el momento en el que la mayor parte de la gente descubre por primera vez en su vida lo que es una pájara.

La pájara llega cuando se han acabado las reservas de energía. Y lo normal es que se acaben a las tres o cuatro horas de trabajo continuo (de ahí que sea más habitual entre los ciclistas). Antes puede haber cansancio, calambres, dolor, sudor y lágrimas. Todo chungo, pero eso no es el Muro.

Los profesionales y fauna similar corren la maratón en dos o tres horas. Para eso hay que estar en muy buen forma. Pero no es un tiempo de trabajo exagerado. Cuando pasan por el kilómetro 30 van cansados y con ganas de llegar. Pero no están exhaustos.

La gente normal, los corredores de todos los días, suelen entrenar durante una o dos horas como mucho. Tienen el cuerpo a punto y llegan a coger ritmos rápidos. Pero el problema es que, cuando están en una maratón, se encuentran con un elemento por el que no han pasado casi nunca. El del agotamiento más completo y absoluto.

Como he dicho, ese momento suele llegar a las tres o cuatro horas. Justo cuando muchos de los corredores pasan por el kilómetro 30. No es cansancio. No es dolor. Es sencillamente una falta de fuerzas total, provocada por el consumo de todas las reservas de energía de nuestro cuerpo.

La culpa no la tiene el esfuerzo físico. O al menos no de forma directa. El problema aparece cuando no se han ido reponiendo esas reservas de modo correcto. Y no, unas barritas o un par de botellines con bebidas azucaradas no son suficientes.

En cualquier caso, aun sabiendo por qué pasa y aunque nos entrenemos para evitarlo, el muro, la pájara o el tío del mazo siempre pueden esperarnos a la vuelta de la esquina.

Por cierto, el video es de la película Run, Fatboy, Run (toda una declaración de intenciones).

domingo, 24 de febrero de 2013

Arroyo de Trofa


Hace mucho que no corría por el arroyo de Trofa, a pesar de que es uno de los recorridos más bonitos que hay por aquí cerca.

Quizás el problema sea que es demasiado largo cuando sólo tienes un rato. Y demasiado corto para una salida larga. Hoy tenía el tiempo justo antes de comer, así que he aprovechado.

El día ha sido una mezcla de invierno y primavera. Con un sol que empieza ya calentar lo suyo, pero con viento del norte que traía aliento de nieve. Y por lo que parece, va a estar unos días así. Tocará abrigarse.

16,03 Km (9,96 millas)
404 m
1h 42 min (9,43 km/h)

jueves, 21 de febrero de 2013

Cerro de San Pedro


La primavera ya está aquí. Como frase no es muy original, pero al menos es sincera. Hoy he visto ya las primeras margaritas en los prados de Navalvillar. Las ranas llevan cantando a lo bestia desde hace unas cuantas noches. Y, en general, se siente en el aire esa sensación como si algo estuviera a punto de explotar.

Puede que el invierno dé sus últimos coletazos con alguna tormenta más de nieve y un par de semanas de frío. Pero el buen tiempo de verdad está a la vuelta de la esquina. Y los días ya se notan cada vez más largos.

Hoy me apetecía volver al cerro de San Pedro. Con dos días de descanso desde la salida del domingo quería probar a ver qué tal me respondían las piernas. Y además quería quitarme el recuerdo de la última vez, con lesión incluida.

El ritmo ha sido un poco más lento, pero he corrido sin cansarme y he llegado con fuerzas. Tengo ganas ya de volver a correr por la sierra. A ver si algún fin de semana puedo escaparme hasta la Najarra.

Los prados no estaban demasiado encharcados, a pesar de la lluvia de ayer. Mi sensación es que este invierno ha caído muy poca agua. Los arroyos no han bajado llenos casi nunca y los campos no han rezumado agua como otros años.

En resumen:
  • Un día templado (10-11º) y sin viento.
  • Muchos terneros recién nacidos en Navalvillar. Y las cigüeñas, a lo suyo en sus nidos.
  • Este es uno de los recorridos más duros para las piernas de todos los que suelo hacer, y la segunda cuesta del cerro sigue siendo un suplicio.
14,65 Km (9,19 millas)
556 m
1h 48 min (8,14 km/h)

miércoles, 20 de febrero de 2013

La belleza


Me gusta correr, y su pongo que lo haría por donde fuera. Pero lo que de verdad me gusta es correr por el campo. Montañas, bosques, praderas, cañones, ríos, senderos casi ocultos entre la hierba y las rocas. Ese es mi paisaje ideal para relajarme.

Por eso, cuando me aburro, a veces me pongo a pensar en mis recorridos desde un punto de vista estético. Y pienso que se pueden clasificar dependiendo de por los sitios por los que discurran.

La parte de mi cerebro más germanica, la que está deformada por el uso del Excel, ya ha cavilado en otras ocasiones un sistema para puntuar los caminos dependiendo de la dureza del terreno y de la distancia. Al menos me ayuda para calcular el tiempo que voy a tardar cuando los corro por primera vez.

Pero si lo que cuenta es la belleza, no hay que darle muchas vueltas a la cabeza. De uno a cinco, podría ser de la siguiente forma:

0: Cinta: no he corrido nunca en cinta, aunque supongo que la usaría si estuviera en una cárcel o me pagaran por ello.

1: Calles y carreteras: por donde terminaría yendo si no tuviera más remedio. Aunque de hecho, hay paseos, avenidas y carreteras muy potables.

2: Parques y campo urbanizado: una alternativa más amena que la anterior, sobre todo para recorridos cortos (por eso de no dar vueltas como un hámster).
 
3: Campo normal y corriente: aquí empieza la diversión de verdad. Para entendernos, podrían ser esos caminos típicos entre campos de Castilla. No llena el alma de paz, pero aleja los malos humores.
 
4: Naturaleza destacable: un verdadero regalo que nos podemos hacer a nosotros mismos. Y sin demasiados problemas. Casi todos tenemos relativamente cerca un bosque, un río, unas montañas o una playa que merezcan la pena.
 
5: Naturaleza espectacular: Aigüestortes, el cabo de Gata, los cañones del Ebro, la selva de Irati… Que cada cual ponga en el mapa los lugares mágicos a los que se iría a vivir sólo para poder correr allí todos los días.

Con este sistema, compruebo que el más feote de mis recorridos este año ha sido el de la vía del tren, con una mezcla de los puntos dos y tres. Normal, porque lo uso sólo cuando necesito correr en llano por cuestiones técnicas.

Los mejores recorridos han sido los del puente de la Marmota, el puente del Batán y la sierra de Hoyo. Todos discurren por zonas de tres, y llegan en algunos puntos a alcanzar el cuatro.

De mis habituales, las más bonitas son las que suben y bajan por la sierra de Guadarrama (en Cercedilla y en Miraflores). Aunque este año todavía no las han visto ni mis ojos, ni mis piernas. Todo llegará.

lunes, 18 de febrero de 2013

Telégrafo


Un recorrido largo de ida y vuelta. Con tramos bonitos (sobre todo la subida final al Telégrafo, que en realidad es mitad de camino), pero que me está empezando a aburrir un poco. No me gusta lo de cruzar Moralzarzal o la urbanización de Villaba.

Además, la mayor parte del recorrido es por pista. Y a mí, cada vez me tiran más los senderos pequeños y el campo a través. Pero al menos este tipo de recorrido tiene sus ventajas.

Por problemas logísticos, he tenido que correr la mitad del tiempo de noche. Y a pesar del frontal, se ve mejor por pistas y caminos bien trazados que por trochas en medio del monte.

Sin frío, ni viento, ni lluvia, a pesar de que el cielo estaba nublado. Las nubes bajas permitían ver bien en muchas zonas al reflejar la luz de los pueblos. Pero ha enmascarado el alba, y no me ha dejado ver al amanecer. Una pena, ya que si sales a las cinco, lo peor es no poder disfrutar del sol saliendo por detrás de las montañas.

Media hora antes del alba, los pájaros han empezado como siempre a saludar el nuevo día. Y, como siempre, sigo sin saber cómo narices pueden saber esos bichos cuándo va a empezar a clarear, si todavía no se aprecia en el cielo el menor signo de luz (o al menos yo no lo aprecio).

El ritmo ha sido más suave de lo normal. El cuerpo no estaba para excesos. Por las lesiones invernales, llevaba mucho tiempo sin correr tanto y quería terminar entero y sin cansarme. El problema añadido ha sido un estómago temperamental, que no me ha dejado reponer bien por el camino.

Pero al final, he podido mantener el ritmo y he llegado bien en cuerpo y alma. Con el tiempo justo para darme una ducha rápida y llevar a mi hijo a correr un cross (él mantiene la bandera competitiva de la familia).

En resumen:
  • Tengo que encontrar un nuevo recorrido alternativo para las salidas largas.
  • Con un buen desayuno, el cuerpo aguanta las dos primeras horas. El problema viene luego si se come poco (o nada).
  • Cada vez que llego a la torre del Telégrafo me acuerdo de la escena de El Señor de los anillos, cuando encienden la hoguera en Minas Tirith para avisar a los jinetes de Rohan (aunque la línea de telégrafo de los Borbones usaba señales de colores y faroles).
42,05 Km (26,13 millas)
874 m
4h 45 min (8,85 km/h)

viernes, 15 de febrero de 2013

Puente de la Parrilla


Vuelven los días de primavera, con temperaturas que permiten correr de nuevo en camiseta corta. Los árboles todavía no tienen brotes ni han empezado a echar flores, pero poco les queda.

El recorrido de siempre, esta vez en compañía, y a ritmo tranquilo. Y lo mejor de todo, llegar con fuerzas.

Las que también estaban con ganas eran las grullas, que volaban en grandes bandos hacia el nordeste por encima de nuestras cabezas haciendo mucho ruido (debían estar contentas con el sol y el calorcillo).

13,49 km (8,38 millas)
154 m
1h 19 min (10,24 km/h)