Ya ha vuelto el calor, y aunque al principio he agradecido los rayos
del sol, lo cierto es que la última hora me ha pasado factura. Con este tiempo
necesito llevar mucha agua (la botella de medio litro se me queda corta).
Y eso que además llevaba una barrita, por si acaso. Pero cuando he
empezado a necesitar la mezcla de azúcar y cereales (gasolina para el cuerpo),
ya había acabado con el agua. Y sin líquido es muy difícil tragar nada tan
reseco. Así que he terminado regulero.
Por lo menos el monte estaba para disfrutarlo. Es difícil pillar un año
con tantas plantas y flores. En la parte baja, las jaras ya están empezando a
llenar el campo de huevos fritos, y el cantueso pone la nota de color. Además,
los prados están llenos de margaritas, viboreras y amapolas.
En lo alto de la sierra, las jaras todavía tardarán una o dos semanas
en abrirse. Lo que sí que hay es una alfombra de botones de oro entre las
hierbas. Y centauras.
En resumen:
- Más agua a partir de ahora (y crema del sol)
- Con el calor del mediodía, no se ven tantos bichos. Hoy sólo me han acompañado los de siempre: torcaces, urracas y rabilargos. Y muchos cucos cantando, que para mí es como el sonido del verano.
26,04 Km (16,18 millas)
612 m
3h 11 min (8,18 Km/h)
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