Hacía mucho que no subía hasta la Silla del Diablo. Pero hoy, después
de unos días de líos y celebraciones, he aprovechado la tarde para hacer este
recorrido. Y en sentido contrario al habitual, por lo que me ha parecido un
camino totalmente nuevo.
La subida hasta Peñacovacha es larga y durilla, con tramos cortos en
los que casi hay que trepar, pero lo bueno es que desde arriba hay muy buenas
vistas. Hacia el norte, las cumbres de cuerda Larga todavía conservan algo de
nieve (al menos en esta cara, en la cara norte seguro que tienen mucha más).
Hacia el sur y el oeste, la llanura madrileña se extiende hasta el horizonte.
Ya bajando, y con la luz del atardecer, el cerro de la Lechuza y su
gemelo marcan la altura del camino principal por el que tocaba volver. Por el
camino había algún paseante que otro. Pero hacia arriba tan sólo he visto
perdices y conejos. Son valles pequeños y escondidos en los que resulta difícil
moverse por la ausencia de senderos. Aquí me he cruzado alguna vez con ciervos
en invierno.
- Estoy haciendo menos salidas de las que me gustaría, pero por lo menos
puedo estar más de dos horas corriendo cuando encuentro un rato.
- A pesar de que la semana comenzó con lluvia, los arroyos ya están
empezando a secarse. Si no cambia el tiempo otra vez, en unas semanas no
quedará agua para beber por el camino.
21,60 Km (13,42
millas)
675 m
2h 29 min (8,70 Km/h)
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