Ya casi no me acuerdo de cuando fue mi anterior salida nocturna. Pero no viene mal volverse a poner el frontal y correr a oscuras de vez en cuando, por eso de no perder la costumbre. Y el caso es que mi idea original era correr a primera hora de la mañana, antes de que llegara el mal tiempo. Pero la cosa se fue liando y al final hubo que esperar a la hora de la cena.
El día fue un poco más acorde con la estación, con nieblas que ocultaron el sol e hicieron que la temperatura no subiera de cinco o seis grados. Pero al estar el cielo nublado, cuando salí a correr tampoco hacía demasiado frío. Así que una cosa por la otra.
Para este primer recorrido nocturno del año elegí un camino un tanto raro. Por un lado quería correr un rato largo (o por lo menos mediano) y por otro lado no quería meterme por trochas difíciles. Que con la falta de costumbre podía torcerme un tobillo a las primeras de cambio.
Así que me fui hasta la pista que une el cuartel con las depuradoras, que no tiene demasiadas cuestas y se puede correr sin problema. Y para volver opté por correr por donde no lo había hecho nunca: las calles del pueblo. Así que bajé hacía la carretera hasta volver a coger un sendero que me llevaría de vuelta a casa.
Lo cierto es que a veces cuesta salir de casa para correr de noche. Pero la sensación de tener el campo para nosotros solos, y el confortable cansancio con el que nos tumbamos en el sillón después de la ducha realmente merecen la pena.
17,48 km (10,86 millas)
337 m
1h 44 min (10,08 Km/h)
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