La sierra de Hoyo es un lugar privilegiado para ver plantas de todo tipo. Gracias a su orientación y forma, en sus laderas crece uno de los bosques de alcornoques más septentrionales de España. Y además, entre sus peñas es posible ver varios tipos de jaras, romeros, madroños, tomillos, siemprevivas, madreselvas. En cuanto a las flores y plantas más pequeñas, a pesar de su escasa elevación se puede observar cómo van alternado la floración a diferentes alturas.
En esta época del año es uno de los mejores momentos para disfrutar del campo, ahora que todavía está verde. Por eso, nada mejor para terminar la semana que subir hasta la cresta de la sierra para dar un paseo. Aprovechando la salida para fortalecer las piernas con una subida medianilla.
Lo que más me ha sorprendido del reino vegetal ha sido ver en lo más alto de la sierra unas florecillas de color granate oscuro, casi negro. Es una especie de linarias (la aeruginea, creo) que destaca precisamente por vestirse en algunos casos casi de luto. De cerca se observa que los pétalos tienen algo de rojizo. Pero de lejos parecen negras como el carbón.
Además, junto a las peonías floridas, en esa zona también había algunas centaureas azules. Y perdices apeonando entre los pastizales. Aunque lo más destacado de la fauna ha sido levantar al final del recorrido, cuando ya se había puesto el sol, a un ánade real que ha salido volando al acercarme a hacer una foto a una de las pocas charcas que quedan con agua.
En definitiva, una salida perfecta de las que invitan a llevar un ritmo tranquilo. Para disfrutar mejor del paisaje y parar a hacer fotos a todo lo que nos llama la atención. Porque sería un pecado correr por el campo ahora sin levantar la vista del camino.
21,23 km (13,19 millas)
810 m
2h 32 min (8,38 Km/h)
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