Hoy la tarde ha estado perfecta para correr. Con el cielo nublado, la temperatura templada y un vientecillo fresco que ha traído un par de veces algo de lluvia. Con más ruido que nueces, porque los nubarrones grises no han soltado ningún diluvio precisamente.
Han sido más bien de esas tormentas en las que apenas caen cuatro gotas, que no llegan casi al suelo. Pero que dejan en el aire ese olor tan especial que la ciencia llama geosmina, y que gusta tanto respirar al resto de la humanidad (aunque lo llamemos simplemente "olor a tierra mojada").
El recorrido ha sido uno de los largos en mis escapadas vespertinas, mientras espero a que mis hijos salgan del cole. Subiendo por el canto del Pico hasta la peña del Robledillo y luego dando la vuelta a las Colinas, antes de volver a Torrelodones por el antiguo camino que lo unía con Hoyo.
En cuanto a la flora, ya están las madreselvas desmadradas. Y también he visto globos de salsifí en medio de los prados. De la fauna, hoy lo único destacable ha sido una pareja de perdices. Aunque el otro día me crucé con una jabalina y un jabato en la zona del arroyo de Peregrinos.
19,81 km (12,31 millas)
428 m
2h 03 min (9,66 Km/h)
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