Día con el tiempo raro: nublado, pero con calor. Esto en el norte sería agobiante por la humedad. Pero en Castilla la cosa no es para tanto. Así que se podía correr sin agobios. Y como además he salido tarde, me he cruzado con muchos ciclistas que estaban disfrutando también del campo.
A pesar de que ha llovido de vez en cuando durante las últimas semanas, lo cierto es que el campo se está quedando seco poco a poco. Muchas charcas han desaparecido, y las que quedan no tienen casi agua. Además, los arroyos empiezan a bajar ya con lo justo. A ver si vuelven pronto las tormentas, porque se agradece de verdad ver el monte de color verde.
Para aprovecharlo en todo su esplendor, he bajado hasta el arroyo de Trofa volviendo luego por el sendero que lo bordea. Un lugar perfecto para ver praderas repletas de florecillas, jaras reventonas, gamones y cantuesos. Bichos he visto muy pocos, pero es normal teniendo en cuenta que el día ya estaba bien avanzado.
Al final ha sido un paseo agradable. Subiendo y bajando todo el rato, algo habitual en Hoyo. Y parece que repuesto ya del todo de la tendinitis, aunque sigo pendiente todavía de cualquier molestia que pueda aparecer para evitar males mayores.
18,36 km (11,41 millas)
459 m
1h 58 min (9,34 Km/h)
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