Una salida al trote cochinero. Despacito para poder disfrutar mejor del paisaje. Y, más que nada, porque el cuerpo no estaba para excesos. Que ya hemos llegado a una edad en la que sabemos que la velocidad está sobrevalorada.
Lo que por mi parte podría seguir para siempre es el tiempo que hace. Noches fresquitas y días soleados para disfrutar del campo. Tan sólo haría falta algo de lluvia de vez en cuando para que el monte siga verde. Y así, hasta la primavera.
Pero como todo lo bueno se acaba, lo mejor es seguir aprovechando el presente. En esta ocasión con un recorrido sin complicaciones por el valle del Peregrinos. Siguiendo algún senderillo nuevo. Y confirmando (tras preguntar a los obreros) que la zanja que están haciendo es para meter una nueva conducción de agua.
Con el día que hacía, los pájaros estaban tan alegres como yo. Así que me he cruzado con un grupo de perdices, unos cuantos colirrojos, rabilargos, urracas y un petirrojo solitario (que he supuesto que vendría de Inglaterra a pasar el invierno con nosotros, aunque no lo he podido confirmar). Seguro que llega pronto el frío, pero que nos quiten lo bailao.
1h 40 min
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