Como tenía tiempo de sobra y hacía un sol magnífico, este fin de semana he podido hacer una salida más larga de lo habitual. Y para celebrarlo he optado por un recorrido que me apetecía desde hace tiempo: correr por la corona del río Moros.
De Montón de Trigo ya he mencionado alguna vez que es uno de los montes más bonitos de la sierra de Guadarrama. Su silueta inconfundible puede verse desde las dos Castillas: una pirámide de rocas desnudas cuya forma queda reflejada en el nombre por el que se conoce a esta montaña.
Por otra parte, la Mujer Muerta es un grupo de montañas que también recibe el nombre por su silueta. Vistas desde Segovia la forma que dibujan recuerda al de una mujer tumbada. La cabeza es la Pinareja, el pecho la peña del Oso y los pies el pico de Pasapán. Con una silueta tan peculiar, lógicamente se han inventado unas cuantas leyendas para acompañar su forma (todas bastante cursis y bobaliconas).
Estas montañas rodean la cabecera del valle del río Moros. Y, aunque las he ido conociendo por separado, nunca las había incluido en un recorrido único. Así que era el momento perfecto para realizar la excursión.
Lo bueno de llegar al campo cuando está amaneciendo es que, aunque sea domingo, todavía no hay ni gente ni ruido. Gracias a eso me he cruzado con un par de corzos nada más empezar a subir por la calzada que lleva al puerto de la Fuenfría. Desde allí, y todavía en plena soledad, he seguido el sendero que sube hasta el cerro Minguete y Montón de Trigo.
Además del calor, que me ha permitido correr en camiseta por las cumbres a pesar de estar a mediados de noviembre, lo más raro ha sido la sensación de ir por las crestas sin viento. Normalmente siempre suele haber corrientes más o menos fuertes en cuanto alcanzas la divisoría de valles. Pero esta vez, nada de nada. Calma chicha.
Desde Montón de Trigo he pasado por el collado de Tirobarra antes de subirme a la Mujer Muerta. De este tramo de la sierra, el único punto un poco difícil es el desnivel correspondiente a la barbilla y la cresta que hay a la altura del esternón. El resto son lomas suaves que terminan en el puerto del Pasapán. Desde allí, he bajado hasta los embalses que hay en la cabecera del río Moros, donde me he cruzado con un puñado de ciclistas y paseantes.
Sólo me quedaba subir hasta el collado de Marichiva antes de volver al coche, enfrentándome en esta última etapa del recorrido a la marabunta que patea cada fin de semana el valle de la Fuenfría. Aunque quizás sea una suerte que a la gente le guste amontonarse en unos pocos sitios de la sierra, así por lo menos se puede disfrutar del resto en relativa soledad.
4h 05 min
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