Pero si de día ya tenemos que ser un poco precavidos cuando nos lanzamos a trotar por valles y montañas sin más compañía que la de nuestra fatiga, por la noche hay que ser todavía más cuidadosos. Por eso merece la pena tener en cuenta estos consejos:
- Avisar siempre del recorrido que vamos a realizar (y no cambiarlo sobre la marcha).
- Llevar siempre el móvil encima (con batería).
- Utilizar siempre recorridos conocidos (que no es momento de descubrir nuevos atajos).
- Elegir siempre caminos anchos y fáciles (sobre todo para las bajadas).
- Tener siempre en cuenta el frío (porque el Sol no va a calentarnos).
- Abrir siempre los oídos al campo (que ya habrá tiempo luego en casa para escuchar música).
- Llevar siempre una linterna o frontal (aunque la Luna llena lo ilumine todo).
- Bajar siempre el ritmo (no es momento de batir nuestras marcas).
- Usar siempre zapatillas con suela decente (para evitar resbalones en la oscuridad).
- Tener siempre mucha precaución al cruzar carreteras (porque de noche las distancias engañan).
En definitiva, ser conscientes de que cualquier problema que tengamos en medio del monte SIEMPRE es mucho más gordo si encima es de noche. Pero, con un poco de sentido común, podremos disfrutar de una experiencia única. Realmente merece la pena probarlo. ¡Y engancha!
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