Da gusto volver a correr de nuevo sobre suelo mullido. Por caminos con charcos y senderos resbaladizos cubiertos por una capa de hojas secas. Con el olor a tierra mojada llenando los pulmones. Y viendo cómo reviven las plantas, cargadas de los frutos del otoño: bellotas, escaramujos, espinos...
Además, ayer por la tarde pude escaparme de nuevo hasta la presa del Gasco. Quería ver cómo estaba el campo con los colores cambiados. Aunque lo cierto es que este otoño está siendo muy discreto. Las hojas de los árboles se han ido secando y cayendo poco a poco, sin demasiadas alharacas.
De vez en cuando te topabas con un árbol tirando a amarillo o naranja. Pero en la mayor parte de los casos, las ramas tenían sus hojas vivas mientras que otras ya las estaba dejando caer. No sé si ha sido porque no ha hecho frío de verdad o por la falta de viento. Pero ya está el turrón en las tiendas y seguimos estando en camiseta de vez en cuando.
En cuanto al recorrido, he bajado directo hasta el canal de Guadarrama desde el pequeño torreón que da nombre al pueblo. Y como las últimas lluvias han inundado el sendero que discurre por el centro del mismo, he optado por seguir la pequeña trocha que serpentea por la parte de arriba.
Desde la presa, se veía que el río Guadarrama bajaba ya con bastante agua. Y muy cerca de esa zona, en un grupo de pinos, dos ardillas que estaban persiguiéndose se han puesto a mirarme desde un árbol con el ceño fruncido. Molestas supongo por la intromisión en sus querellas o juegos privados.
1h 43 min
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