martes, 8 de octubre de 2013

Jugar o hacer deporte



Las crías de los mamíferos que crecen en grupos familiares más o menos amplios utilizan el juego para desarrollar sus capacidades individuales y sociales. Pero sólo el ser humano hace deporte.

Sin entrar en disquisiciones filosóficas profundas, para mí la mayor diferencia entre el deporte y el juego es el aspecto lúdico. Jugamos para divertirnos. Hacer deporte es otra cosa. No es que sea aburrido ni odioso, pero el objetivo está más allá de pasárselo bien. El objetivo final es competir y ganar. Y para eso hay que ponerse serios.

Creo que los deportes de equipo son una de las mejores formas que existen para enseñar a los niños valores que les serán muy útiles en el futuro. Esfuerzo, compromiso, respeto y sacrificio son palabras que adquieren pleno sentido mientras te lo pasas bien con tus compañeros de equipo. Y en esta fase, ganar no tiene casi importancia.

Los niños tienen que jugar y aprender mientras lo hacen a convivir con sus amigos. Ya harán deporte cuando crezcan. Esta distinción no siempre está muy clara. Pero a veces veo a padres que convierten a sus hijos en deportistas en vez de dejarles jugar. Y creo que, a la larga, les están privando de lo mejor: divertirse con los amigos.

Quizás también sea esa la razón por la que creo que correr no es para los niños. Si pueden jugar a algo en el parque con el resto de la pandilla, o si se apuntan a una liga de barrio van a pasárselo mejor y a aprender mucho más que corriendo. Correr por correr puede llegar a ser divertido para algunos adultos, pero jugar es el verbo que mejor se conjuga con la infancia.

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