El otoño ya está empezando a habitar las hojas de los árboles. Los
chopos, fresnos y álamos de las riberas van cambiando de color según pasan los
días. Pero todavía el sol calienta y no han llegado los vientos del norte, esos
que se te meten por debajo de la ropa y te dejan helado.
A pesar de las tormentas de la semana pasada, y de que va refrescando
poco a poco, la temperatura sigue templando el cuerpo. Sobre todo por la tarde.
Para mí este es el mejor momento del año para correr. Bueno, éste y el principio
de la primavera, cuando todavía no han llegado los días de bochorno.
Así que, aprovechando estas condiciones perfectas y una noche llena de
estrellas, bajé hasta el Gasco y volví luego dando un rodeo por la colonia de
Torrelodones. Con el tiempo justo para recoger a mi hija, que tenía un
entrenamiento más corto de lo habitual.
Lo mejor con diferencia, la bajada por el camino del Pardillo, con las
luces de Molino de la Hoz en el llano a nuestros pies. Una pequeña amiga solía
decir que la llanura madrileña parecía el mar, al verla desde los altos de
Torrelodones y Hoyo. Y de noche parece un mar plagado de puertos con las luces
encendidas. Lo malo es que luego toca volver a subir.
11,30 (7,02 millas)
402 m
1h 07 min (10,12 Km/h)
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