Siempre se suele decir que la gente corre por motivos muy diferentes.
Pero a veces olvidamos que hay tantas formas de correr como
razones para lanzarse a ello. Y que cada cual escoge la que más le gusta.
Yo tengo amigos a los que les gusta sentir el firme del asfalto y
correr con zancadas regulares. Hay quien prefiere hacerlo en llano, para
controlar mejor el ritmo y la velocidad. A otros les gustan las cuestas. Y
algunos no salen de la pista de tartán y dan vueltas sin fin dentro de un
estadio.
El escenario hace mucho para que disfrutemos plenamente de una carrera.
A mí me gusta tirar por senderos perdidos o campo a través. Por montañas,
bosques, playas y páramos. A ser posible sin gente ni ruido.
Luego está la distancia. Los hay que se especializan en cinco o diez
kilómetros. Unos tienen una historia de amor con la maratón. Otros buscan
superar sus marcas corriendo durante días enteros. Y muchos miden sus pasos por
el reloj y no por el metro, trotando durante media hora el domingo por la
mañana.
Y también está esa hora del día que más nos gusta, más allá de
compromisos y obligaciones. Mi cuerpo suele funcionar mejor con carreras
tempraneras, mientras que las salidas después de comer no suelen sentarme muy
bien. Aunque otras veces busco un momento especial para salir de noche a ver
las estrellas.
Ya sólo queda la última decisión importante: sólo o acompañado.
Dentro de la palabra Correr hay muchos mundos. Pero, como decía el
poeta, están en éste.
No hay comentarios :
Publicar un comentario