viernes, 11 de octubre de 2013

Sunt omnes unum



Siempre se suele decir que la gente corre por motivos muy diferentes. Pero a veces olvidamos que hay tantas formas de correr como razones para lanzarse a ello. Y que cada cual escoge la que más le gusta.

Yo tengo amigos a los que les gusta sentir el firme del asfalto y correr con zancadas regulares. Hay quien prefiere hacerlo en llano, para controlar mejor el ritmo y la velocidad. A otros les gustan las cuestas. Y algunos no salen de la pista de tartán y dan vueltas sin fin dentro de un estadio.

El escenario hace mucho para que disfrutemos plenamente de una carrera. A mí me gusta tirar por senderos perdidos o campo a través. Por montañas, bosques, playas y páramos. A ser posible sin gente ni ruido.

Luego está la distancia. Los hay que se especializan en cinco o diez kilómetros. Unos tienen una historia de amor con la maratón. Otros buscan superar sus marcas corriendo durante días enteros. Y muchos miden sus pasos por el reloj y no por el metro, trotando durante media hora el domingo por la mañana.

Y también está esa hora del día que más nos gusta, más allá de compromisos y obligaciones. Mi cuerpo suele funcionar mejor con carreras tempraneras, mientras que las salidas después de comer no suelen sentarme muy bien. Aunque otras veces busco un momento especial para salir de noche a ver las estrellas.

Ya sólo queda la última decisión importante: sólo o acompañado.

Dentro de la palabra Correr hay muchos mundos. Pero, como decía el poeta, están en éste.

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