Debería cambiarle el nombre a este blog, porque desde hace unas semanas
sólo corro de noche. Pero lo cierto es que le estoy pillando el gustillo a eso
de ir a ciegas (o casi).
En esta bajada hasta el Gasco, la noche estaba teatral y dramática. He
empezado con nubes bajas y viento. Tras pasar la atalaya los relámpagos
iluminaban los cerros de Galapagar. Y ya cerca del canal ha llegado una
tormenta breve de lluvia y granizo. Menos mal que al final se han vuelto a
calmar los elementos y he llegado en seco, aunque chorreando.
Y eso que gran parte del agua que llevaba conmigo no venía de arriba.
Cuando he llegado al canal, y temiendo encontrarme un barrizal por los días de
lluvias que hemos tenido, he decidido tirar por el sendero que va en paralelo
por encima.
Un trazado precioso escondido entre jaras y encinas. Tan escondido, de
hecho, que tenía que abrirme camino rozando las matas y hierbas. Y con ellas me
llevaba el agua acumulado de las lluvias vespertinas.
En cualquier caso, una buena forma de empezar el fin de semana. Corriendo
en soledad por el campo y dejando detrás de cada zancada el ruido de la ciudad
(que últimamente vuelvo a sufrir en mis carnes).
13,78 km (8,56 millas)
402 m
1h 25 min (9,72 Km/h)
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