Hacía tiempo que no corría al alba. Con mis nuevos horarios, lo cierto
es que se me pegan más las sábanas y me cuesta arrancarme a esas horas
tempranas de la mañana. Pero merece la pena. Sé que me repito, pero ver salir
el sol en medio del campo es una de las cosas más bellas que existe.
Además de la parte estética, a esas horas disfrutamos también de la
soledad (un bien cada vez más escaso) y del placer de calentarnos con los
primeros rayos del sol. Todo un lujo.
El recorrido que hice es facilito, con una gran bajada hasta la parte
baja del arroyo de Trofa y una subida tranquila por detrás de las Colinas. En
el arroyo, el sendero estaba cortado en un tramo por la caída de un árbol
(supongo que por las tormentas de la semana pasada).
Como compañía, tan sólo he tenido la presencia de varios grupos de
rabilargos. Sobre estas aves, siempre había leído que habían sido introducidas
en la península hace pocos siglos por marinos portugueses. Sin embargo, gracias
a análisis del ADN, parece que llevan viviendo por estos pagos desde hace
millones de años. Y ojalá lo sigan haciendo muchos más, porque son realmente
bonitas.
14,48 (9,00 millas)
330 m
1h 26 min (10,11 Km/h)
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