Entre unas cosas y otras, llevo ya más una semana sin correr. La
logística familiar me deja pocas opciones viables para salir al monte (porque a
mediodía, con 35º a la sombra, ya no se puede hacer nada).
Será cosa de aprovechar los fines de semana. O volver a sacar el
frontal para intentar pillar el fresquito nocturno. Mientras tanto, sólo queda
seguir disfrutando de eso que algunos llaman “entrenamiento pasivo”, con un botijo lleno de isotónica.