Vuelta a la normalidad después de unos días de escapada por el sur. Y aprovechando un día perfecto para correr un poco por la tarde, antes de que lleguen las lluvias y el frío anunciados (tan sólo hay que fijarse en esos cirros para saber que en menos de 24 horas el cielo va a estar nublado).
viernes, 1 de abril de 2016
martes, 29 de marzo de 2016
Pico del Cielo
El otro día decía que no hay nada como correr por un camino nuevo que hemos descubierto en los mapas. Lo malo es que a veces, cuando no se conoce bien la zona, el sendero desaparece de pronto y nos quedamos perdidos en medio de la nada. Y si pierdes el camino en los montes del litoral malagueño (en este caso, la sierra de Almijara) siempre terminas en un barranco. En el sentido más literal de la palabra.
domingo, 27 de marzo de 2016
El llano de la Perdiz
La segunda mejor forma de correr por una zona desconocida es consultar mapas, fotos aéreas y webs de recorridos (la primera es ir acompañado por alguien del lugar). Lo malo es que no siempre lo que vemos impreso o en una pantalla se corresponde con la realidad.
lunes, 21 de marzo de 2016
Cerro de la Lechuza y Torrelodones
El invierno ha pasado de largo sin hacer honor a su nombre, pero la primavera está siendo de libro. Y hoy, mientras corría durante el primer día oficial de la estación, he podido vivir todas sus neuras y contradicciones: sol, frío, calor, lluvia y viento. Un verdadero placer.
martes, 15 de marzo de 2016
Abantos
Las diez primeras zancadas que damos cuando nos ponemos a correr nos dicen cómo van a ir el resto. Y hoy, en cuanto he comenzado a trotar por las laderas del monte Abantos, ya he sabido que la cosa iba a ser lenta. Una vez más.
lunes, 14 de marzo de 2016
Sierra de Hoyo
Para mí lo malo no es salir a correr después de comer (aunque sea algo frugal). Lo malo de verdad es no hacerlo inmediatamente. Ayer esperé un rato antes de ponerme en marcha y, para entonces, el cuerpo estaba ya ocupado haciendo la digestión. Así que me lo tuve que tomar con muuucha calma, por lo menos al principio.
sábado, 12 de marzo de 2016
Cañones del Manzanares
Hacía mucho tiempo que no bajaba hasta el Manzanares para correr por los senderos que siguen al río cuando se encajona al atravesar la falla de Torrelodones. Dejando el breve tramo de su cabecera, esta es la zona más bonita de un riachuelo que se hace tristemente famoso aguas abajo, cuando llega a la capital, por la polución de sus aguas.
martes, 8 de marzo de 2016
Presa del Gasco
Una salida al trote que ha durado lo que dura un examen. Aunque creo que ha sido mucho más placentera mi experiencia que la de los que estaban volcando sus conocimientos sobre química orgánica. Sobre todo porque correr con el sol tempranero siempre es un verdadero placer.
domingo, 6 de marzo de 2016
Torrelodones y vuelta a Hoyo
Hay días en los que parece que no se nos va a acabar nunca la cuerda, y otros en los que la gasolina nos llega justita para terminar de correr. Y hoy ha sido uno de esos días. Porque aunque he empezado con paso alegre y saltarín, al final he terminado realmente cansado.
jueves, 3 de marzo de 2016
Silla del Diablo
Hoy he vuelto a subir hasta la Silla del Diablo, para hacerle unas fotos al asiento de piedra que da nombre al cerro. Como el sendero que recorre la espina de la sierra de Hoyo bordea la cabeza del monte, sólo trepando los últimos metros se puede admirar esta extraña formación rocosa.
martes, 1 de marzo de 2016
La Jarosa
Viendo como estaba la sierra, hoy ya sabía que no iba a correr mucho. O por lo menos que no iba a ir rápido. Porque lo que de verdad apetecía era llegar a la zona de nieve (que estaba muy baja, por otra parte) y disfrutar como un niño.
domingo, 28 de febrero de 2016
Sierra de Hoyo
No hay mejor forma para cerrar un fin de semana frío y con nieve, que aprovechar la última luz de la tarde del domingo para salir a correr un rato. En este caso por la cresta de la sierra de Hoyo, con la idea ver cómo estaban después de las tormentas Cuerda Larga y el resto de cimas de Guadarrama.
viernes, 26 de febrero de 2016
Cerro de la Lechuza
Hoy lleva todo el día lloviendo fuerte. Y a la hora de comer, cuando he ido a recoger a mis hijos, he visto desde la carretera a dos tipos corriendo por el campo, mojándose de lo lindo. Con la ropa pegada al cuerpo y la cabeza inclinada para evitar el viento en la cara eran la viva imagen de la desolación. Pero no he podido evitar una punzada de envidia.
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