El cuco y el autillo

Ya hay dos relojes en el campo marcando la llegada del buen tiempo. Por el día, comienzo a trotar con el canto del cuco. Bueno, primero se oye a los gallos de las granjas, pero esos suenan todo el año. Y por las noches, cuando termino de pasear con mi perra, se escuchan a lo lejos los pitidos monótonos de los autillos.

Una lesión estúpida

La semana pasada tan sólo pude salir a trotar dos días. Bueno, realmente fueron sólo uno y medio, ya que en la segunda salida tuve que volver a casa renqueando. Y todo por culpa de la lesión más tonta que te tenido en mi vida.

Salinas de Almargen

Lo bueno de que en Portugal ajusten más la hora solar con la del reloj es que, si mantienes el horario español, te permite salir a correr antes de que hayan puesto las calles. Así que he aprovechado que casi todo el mundo dormía para trotar por la desembocadura del río Almargen.

Playa de Barril

Once kilómetros de playa abierta al océano, en una barra litoral protegida y casi desierta. Un paraíso para los que nos gusta pasear al borde del mar con la única compañía de nuestros pensamientos. Un playa tan perfecta, que al final no he podido evitarlo y me he puesto a trotar durante una hora.

El virus de la vejez

Una semana semiparado en la que tan sólo he podido trotar un par de días. Con el cuerpo perro por culpa de un virus tontorrón, de esos que te dejan sin fuerzas. De esos que sirven de aviso a navegantes, permitiéndonos imaginar lo que nos va a tocar vivir dentro de unos años.

El corzo

La sierra de Guadarrama está llena de corzos. Casi siempre que salgo, o que salía, a correr monte arriba me los encontraba. Sobre todo al amanecer. Cruzándose en mi camino con esa mezcla de temor, que les hace alejarse a saltos, y curiosidad, que les lleva a pararse a cotillear en cuanto ponen algo de distancia.

Libro: The Pants of Perspective (Anna McNuff)

En su libro sobre la vuelta a Gran Bretaña corriendo, Elise Downing mencionaba a Anna McNuff, un torbellino de rizos rubios que no dudaba en liarse la manta a la cabeza a la hora de lanzarse a una aventura. Así que esa referencia era una buena excusa para leer por fin este libro que tenía en la lista de pendientes desde hacía tiempo, pero al que no le había dedicado mucha atención. Quizás porque el título me sonaba un poco raro.

Vuelta a Hoyo

Una vuelta más, pero no de tuerca (ni de tornillo). Un recorrido alrededor de Hoyo que me permite trotar durante casi dos horas con buenas vistas. Pudiendo atajar o alargar el trayecto, como ha pasado hoy.

Entremeses

Aunque ha tenido ya todos los ingredientes de la primavera, esta semana ha sido realmente tan sólo un pequeño adelanto de lo que nos va ir llegando poco de poco. Unos sabrosos antipasti o entremeses con los que abrir el apetito.

Corriendo entre nubes

Aunque ahora parece que han llegado días claros y despejados, lo cierto es que la semana pasada me tocó correr casi todas las mañanas envuelto en la niebla. Nubes que permanecían posadas suavemente en la tierra, transformando ligeramente el paisaje. Y no esa niebla cerrada que no te deja ver ni la palma de la mano.

Vuelta al Pendolero

Correr de nuevo durante dos horas ya no me supone un esfuerzo abrumador. Me lo sigo tomando con calma, pero aguanto sin problema, disfrutando de cada zancada que doy. Lo malo es que luego mi cuerpo necesita varios días para recuperarse.

Bendito tesoro

Aunque normalmente son las golondrinas o las abubillas las que primero me anuncian la llegada de la primavera, en esta ocasión el heraldo del cambio de estación ha sido un alcaudón. Un tipo duro que cantaba poseído por el ritmo ragatanga desde lo alto de un enebro.

La Solana y el cuartel

Poco a poco estoy volviendo a recuperar mi ritmo. Ese que me permite disfrutar del paisaje de forma lenta y pesada, pero sin tener que cuestionarme con cada zancada la futilidad de mis carreras.